domingo, 13 de septiembre de 2015

Mae y la Coca-cola

En esa atmósfera densa, cuajada de purpurina, humo de cigarro y foco de bambalinas, se envolvía el burlesque, el hermano pequeño y grotesco del vodevil que a finales del XIX vio desfilar por sus dominios a estrellas de diversa índole, todas ellas tan potencialmente fulgurantes como descaradas que componían un espectáculo sexualmente acentuado que atraía al público masculino por doquier y daba candela suficiente a esa hoguera oculta en la que quemaban los deseos los más puritanos de una América sedienta de espectáculo y temas lejanos a la guerra de secesión que aún seguía dando que hablar.
En esta situación histórica, con numerosos géneros emergentes en una sociedad que aun buscaba sus costumbres, nació la Coca-cola en un medicin show como remedio para tratar los problemas estomacales. Y en 1915, Coca-cola company que ya era una empresa de nombre importante, decidió organizar un concurso a nivel nacional en el que decidir el mejor envase para su preciada chispa de la vida líquida, que si bien no curaba, si que engordaba las cuentas particulares de sus directivos en varios ceros.
Earl R. Dean, un diseñador gráfico con mas imaginación que renombre, vio en esta ocasión su oportunidad para crear algo único que demostrará su valía, ante la única condición que proponía la firma: crear un envase que perdurase en la memoria del público y que fuera incluso reconocible en la oscuridad.
Dean estaba sumido en una profunda depresión, fruto de un amor imposible, y lejos de amilanarse, fiel creyente de las recomendaciones  de videntes de pacotilla cuyos servicios solicitaba siempre que el tiempo y el bolsillo se lo permitían, hizo caso del último consejo recibido en forma de bruja envuelta en bisutería y pañuelos de un supuesto lejano Oriente que rezaba algo así como: "la respuesta que buscas esta en la misma mujer que destrozó tu vida"
 
Aquel sábado, se puso el mejor de sus trajes y se fue a verla, al mismo teatro que rezaba en los carteles, unos carteles inundados con su presencia, aquella mirada de vida que no dejaba indiferente, aquellos rizos rubios y sonrisa hechicera que eran capaz de hacer temblar a todos los hombres del mundo, aquellas curvas que dibujaban a una mujer tan imponente que ni en un millón de años hubiera conseguido pasar desapercibida.
Allí estaba él, entre el público, a punto de llorar, ante la misma mujer a la que dejo una tarde para no volver, esa mujer con la que descubrió lo que era el deseo años antes, lo que era en si la vida, la misma a la que había tenido el privilegio de besar y amar hasta el amanecer, un amanecer que por aquel entonces se le antojaba temprano, porque cada noche a su lado parecía un suspiro.
Cuando acabo la función, se acercó a su camerino y aquel gran hombre se volvió pequeño cuando la mirada de ella lo escudriño a través del espejo rodeado de bombillas en el que se miraba: "¿Por qué te fuiste Dean? ¿Tan mala era en la cama?"
"Una mujer como tu no se casa" —dijo Dean con voz temblorosa
Ella con gesto de desdén, giro su silla y se levanto envuelta en un ceñido vestido que dibujaba su figura con esmerada precisión y con un pose excesivamente provocativo dijo: 
"¡Diablos Dean! Estas loco, eres el único hombre que se acerca a mi pensando en boda y no en otra cosa"
Y rompiendo a llorar añadió: "Vete antes de que te odie toda la vida"
 
Dean se acercó a ella y la beso apasionadamente, mientras con sus manos recorría su silueta con una fuerza desmedida que le hizo pensar en que fuese de arcilla en lugar de carne y hueso, grabó en su mente cada centímetro de aquellas formas sinuosas que estaban enloqueciendo América y mientras tenía los ojos cerrados y disfrutaba por ultima vez de aquella sensación, comprendió que el envase de Coca-cola solo podía tener una forma: la forma de Mae West.
 
 
 
Hoy se convierte en Chis&Bru la irónica y picante Mae West: actriz, cantante, guionista y dramaturga que conquistó el celuloide americano y años más tarde se retiró al vodevil, cansada del código Hays y de una sociedad excesivamente puritana.
Mae lleva un vestido de corte sirena con los colores del refresco más famoso del mundo, a juego con un clutch adornado con lentejuelas, salones perla y un sombrero de ala ancha con pluma negra y un diamante. Una boa blanca que simboliza las puritanas cadenas que pretendían encerrar a Mae en una encorsetada vida, lejos de sus pícaras frases, lejos de su puesta en escena sinuosa apoyada en sus flamantes formas curvilíneas, lejos en definitiva del deseo de los hombres.
 
Por si alguien siente curiosidad, cabe decir que la famosa botella jamás estuvo en la vida real relacionada con Mae West (o al menos de forma oficial) si que es cierto sin embargo que se celebró el concurso y la idea de que los invidentes también pudieran reconocerla, al igual que es cierto que Earl R. Dean fue el diseñador que se alzó con el título como se puede comprobar en la placa conmemorativa que se exhibe en Indiana, el lugar de nacimiento de la botella, que se creo en una factoría propiedad de Root Glass Company.
 
Mae West, dejo su indiscutible sello en una sociedad para la que resultó muy diferente, era una mujer bandera, supongo que al igual que la cocacola, marcaba la diferencia y en cierto modo también era la chispa de la vida. Copio aquí, la que sin duda es para mi su mejor frase de todas las que firmó: "Cuando soy buena, soy muy buena pero cuando soy mala, soy aún mejor"

Hasta la próxima muñeca.