Unos
suaves rayos de luz acariciaban el pelo de una niña, que saltaba alegre
varios metros por delante de ella, sonriendo y columpiándose sobre sus
pies de forma alternativa mientras daba la mano a un señor vestido de
domingo, que a juzgar por la ternura de su rostro y la idílica estampa
que dibujaban, era sin duda su padre.
Comparó
las manos buscando un porqué, la mano que daba la niña que iba delante
de ella era una mano fuerte, ruda, una mano sin duda usada para
trabajar, una mano que aparentemente estaba caliente, la típica mano que
ofrece seguridad y bienestar, una mano de un héroe, una mano de un
padre.
Por
el contrario, la mano que ella asía era frágil y fría, era una mano
delgada con unas uñas bien cuidadas, unos dedos largos y finos con una
fina alianza de casada, era una mano en la que terminaba un brazo
frágil, el de su madre, cuyo semblante serio y callado le daba cierta
tristeza.
Su
corta edad era, la clásica razón por la que el mundo parece un lugar que
todavía se puede cambiar, un sitio con reglas aún por escribir, en cada
gesto habia una oportunidad para cambiar el mundo y para construir un
porvenir mejor.
Continuaron
caminando y llegaron a la parada del autobús, entonces allí pudo
colocarse cerca de aquella niña, aquella niña rubia como el oro que
tenía algo que ella ansiaba mas que nada en el mundo: el cariño de su
padre.
Allí
la miraba con admiración, estudiando cada movimiento, cada acción como
si solo en ella pudiera encontrar la respuesta a la pregunta que rondaba
en su cabeza durante todo aquel paseo: ¿Por qué a ella si y a mi no?
Entonces de su abrigo extrajo un papel del tamaño de una cuartilla y con
la mejor de sus sonrisas se la ofreció a él, a aquel hombre protector y
cariñoso que la acompañaba.
Él,
fingió una aparente fascinación y sorpresa, tanto fue así, que creo en
ella una necesidad de saber, de saber que contenía aquella cuartilla
mágica que había causado tal reacción en aquel hombre corpulento y
aparentemente fuerte.
Avanzó
algún paso y levantó la barbilla todo lo humanamente posible para otear
la obra maestra. Se trataba de un desgarbado unicornio, recubierto de
forma torpe con brillantina y un casi ininteligible “te quiero papa” que
como un dardo envenenado se clavó en su corazón de tal forma que no
tuvo más remedio que desear con todas sus fuerzas llegar a su casa para
probar suerte.
El
autobús llegó a su destino, y cuando descenció miro a la niña rubia por última vez, en forma de agradecimiento, gracias a ella había entendido
cual era la clave para acercarse a su padre, aquel unicornio mágico le
abriría las puertas del cariño de aquel hombre desconocido e importante
que vivía en su casa.
No
tenia tiempo que perder, llego y se aprovisiono de cuartillas y
purpurina, y con todo esmero replicó aquel unicornio. Cuando terminó, lo
miro con la misma satisfacción del que esta ante su obra maestra, del
genio que ha tenido la suerte de tener el dia inspirado. Se detuvo en su
“te quiero papa” repasando con la vista cada trazo, asegurándose de que
se entendía bien, de que no había duda, implorando inconscientemente
que aquel hombre que no la veía, fuera capaz de quererla por una vez, de
fingir que estaba maravillado con aquel unicornio mágico y brillante.
Llegó
la hora, su padre entraba por la puerta y Nella se abalanzó sobre él
con su unicornio en la mano, pero su padre ni siquiera alzó la vista
para mirarla, paso a su lado leyendo una carta que parecía muy
importante. Nella estaba convencida de que ver el unicornio cambiaría
radicalmente su cara y le persiguió por la casa con el dibujo en ristre
hasta que con una mirada opaca el se giró y mirando su unicornio le
dijo: "Nella, deja tus juegos. Es tarde y la purpurina contamina el
entorno" Sin mas dilación se giro de nuevo a su carta y prosiguió su
lectura.
Nella
sintió una punzada de dolor en su corazón, su padre no estaba allí con
ella, en realidad nunca había estado. Del dolor, paso a la
resignación y de allí a la rabia, la misma rabia que le acompañó a
romper la cuartilla con unicornio incluído en trocitos de papel
diminutos que tiró en el suelo del pasillo.
Esa
noche se fue a la cama y los sollozos se encontraron a medio camino con
el sueño. Su padre volvió de una de tantas ensoñaciones en las que
solía perderse y se dio cuenta de su error, recogió los papeles del
pasillo apesadumbrado, pensando que lo recompondría cuando tuviese
tiempo..."
Hoy
se sube a la pasarela de Chis and Bru, Mónica Vitti, con vestido rojo de corte sixtie, cinturón joya y salones en plata, tocado y clutch de inspiración Mibuh, con pluma y brillantes en rojo.
Es una de las actrices más completas que ha dado el cine italiano, grande tanto en drama como en comedia, atraía a la cámara por su fuerte personalidad marcada por una voz grave y rasgada. En 1995, recibió un muy merecido Leon de Oro como premio a toda su carrera cinematografica.
Es una de las actrices más completas que ha dado el cine italiano, grande tanto en drama como en comedia, atraía a la cámara por su fuerte personalidad marcada por una voz grave y rasgada. En 1995, recibió un muy merecido Leon de Oro como premio a toda su carrera cinematografica.
En
Mayo de 1937, Mónica Vitti, paseaba con su padre por el centro de Roma,
en una deliciosa mañana en la que no sólo el sol y las flores de Mayo
fueron testigos de su complicidad y cariño, pues a pocos metros de ella,
Nella Fermi la hija del famoso físico italiano Enrico Fermi, observaba
envidiosa una relación entre padre e hija que desencadenó importantes
acontecimientos.
Ocho
años después, en Julio de 1945, Enrico Fermi entre otros físicos
importantes del momento presenciaba en Nuevo México la primera
detonacion de una bomba nuclear en la Prueba Trinity dentro del Proyecto
Manhattan.
En el bolsillo de su chaqueta, como en los últimos ocho años
llevaba los trozos de papel que un día fueron un flamante unicornio de
purpurina en una pequeña bolsa de tela, pues se había convertido en una
especie de amuleto y de condena al mismo tiempo. Le recordaba a diario
todo lo que se había perdido por prestar su mente al servicio de la
ciencia y el desastre humano.
Siempre
habia pensado que nunca había sido capaz de ayudar a Nella, de ser un
buen padre, al menos el padre que ella hubiera necesitado, pero aquel
día rodeado de físicos y expertos, se dio cuenta de que era precisamente
su hija quien más le podia ayudar en sus experimentos, sostuvo entre sus
manos los fragmentos del unicornio y cuando sintió que el choque de la
onda expansiva se acercaba los lanzó al aire ante la perplejidad del
resto de la cuadrilla de expertos.
Tras
unas mediciones que observaban el lugar donde habían caído los
fragmentos y unos sencillos cálculos, estimó que la explosión había sido
equivalente a unas 10.000 toneladas de TNT tal como, tras complejos
procesos de cálculo y exhaustivas mediciones de campo se pudo comprobar
semanas más tarde.
Esa
noche fue diferente, las familias de los físicos involucrados en el
proyecto Manhattan vivían en un mar de secretismo, en una mezcla de
culpabilidad por estar creando armas de destrucción masiva y de
responsabilidad porque el mundo las demandaba y era una especie de mal
necesario. Nella vio a su padre llegar y se coló en la cocina mientras él miraba a la nada pensando.
“Estas haciendo cosas para la guerra
¿verdad papá?”
"No Nella", dijo Enrico Fermi esbozando una sonrisa, "en realidad acabo de conseguir que tu unicornio por fin vuele..."
Hasta la proxima muñeca
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